Tokio 2020. Los Juegos Olímpicos que se rehúsan a desaparecer

 Razones que Japón tiene para no decir adiós

Históricamente hablando, hasta el año 2020 únicamente en tres ocasiones unos Juegos Olímpicos de Verano habían sido cancelados: Berlín 1916, Helsinki (originalmente Tokio) 1940 y Londres 1944.

Estas tres celebraciones olímpicas tuvieron un denominador en común: el estallido de la Primera y Segunda Guerra Mundial respectivamente. Todas las demás ediciones de unas olimpiadas en sus 125 años de historia han transcurrido en relativa normalidad con el habitual ciclo de cada cuatro años... hasta el 2020 donde los Juegos Olímpicos de la XXXII Olimpiada fueron los cuartos en ser suspendidos, no por una guerra, sino en esta ocasión por la conocidísima pandemia por el coronavirus SARS-COV-2.

Sin embargo, esta vez se optó por tomar una decisión diferente a la cancelación definitiva, en cambio, el Comité Organizador de Tokio 2020 en conjunto con el Comité Olímpico Internacional (COI) decidieron reprogramar la edición al año siguiente. Uno de los motores para esa conclusión el año pasado fue, en parte, la esperanza de que en 2021 el panorama de la pandemia fuese sustancialmente diferente en la mayor parte del mundo con circunstancias más favorables para que la ciudad japonesa pudiera albergar los Juegos.  Aún así, no se descarta que el gobierno de Tokio y de Japón en general hayan impedido la cancelación del evento por las multimillonarias sumas de dinero invertidas en infraestructura y acondicionamiento de la ciudad para la celebración, así como los contratos de publicidad pactados con los patrocinadores.

El momento de la verdad ha llegado, el 23 de julio es la fecha acordada para dar el disparo de salida a estas controversiales olimpiadas que pasarán a la historia marcadas por el COVID-19. Atravesando críticas de la comunidad médica internacional y de su propio país, evadiendo una recolección de firmas para cancelar el evento, saliendo a flote de una polémica de sexismo, desafiando las infernales temperaturas de verano y sobreviviendo a un sobrecoste financiero, Tokio 2020 se ha convertido en la encarnación del lema "el show debe continuar".

Aros Olímpicos exhibidos en la ciudad de Tokio como muestra de su título de ciudad anfitriona. (Fuente: FIFA).

¿De dónde sale tanta insistencia?

Pueden llamarlo insistencia, optimismo u obstinación. Pero tal parece que el Comité Organizador y el gobierno japonés no cederán fácilmente a cerrar sus aspiraciones olímpicas aún cuando parece que todo el mundo se está poniendo de acuerdo para ponerles trabas, y no es sólo por el hecho de Japón no haya sido sede de unos Juegos desde Tokio 1964, sino que tan rígida necedad probablemente esté inspirada por otros factores no precisamente deportivos.

Continuar con los planes a pesar de las adversidades ha degenerado en una progresiva desaprobación popular, principalmente entre los habitantes de las principales ciudades japonesas. En la imagen una manta que dice "Nos oponemos a las olimpiadas de Tokio 2020". (Fuente: The Nation

Para nadie es un secreto que ser anfitrión de unos Juegos Olímpicos es una oportunidad para el país sede de presumir sus avances tecnológicos, exhibir su agenda ideológica o de demostrar su influencia política o económica al mundo entero. Ha sucedido en Berlín 1936 con la propaganda nazi, Ciudad de México 1968 con el milagro mexicano, Moscú 1980 con su evidente carga comunista, Los Ángeles 1984 con su mensaje capitalista-espacial o más recientemente con Río de Janeiro 2016 y su mensaje ambientalista. Ejemplos como los anteriores abundan a los largo del Movimiento Olímpico, y es posible que Japón tenga motivos ocultos para evitar a toda costa que su oportunidad se vaya por la borda.

Detalles de distintas ediciones olímpicas que demuestran la importancia del mensaje a transmitir. (Fuente: Elaboración propia)

PyeongChang 2018. ¿Cómo Corea del Sur se relaciona con este ajetreo?

En el año 2018 se dio inicio a lo que sería una cadena de ciclos olímpicos donde Asia sería el principal protagonista mundial, teniendo a los tres dragones del continente como los mayores exponentes de estas celebraciones deportivas: Corea del Sur, Japón y China. Estos tres países habían ganado candidaturas a diferentes años, por lo que aseguraba que el Movimiento Olímpico se quedaría en Asia desde 2018 hasta el 2022, siendo París 2024 la edición que rompería con el reinado asiático.

Es conocido que los tres países más grandes económica y militarmente del continente asiático tiene únicamente esa característica en común, ya que fuera de eso, Surcorea, China y Japón tienen antiguas asperezas y mutuos asuntos sin resolver que los ha conducido a un estado constante de competencia, resentimiento y enemistad.

Delegación coreana unificada durante la Ceremonia de Apertura de los Juegos de Invierno de PyeongChang 2018. (Fuente: Inside the Games)

El 9 de febrero de 2018 arrancaron los XXIII Juegos Olímpicos de Invierno en la provincia surcoreana de Pyeongchang y a lo largo de los días en que éstos duraron demostraron ser un éxito en toda regla. De acuerdo con el COI, fueron económicamente sustentables comparado a sus predecesores, tuvieron una excelente recepción dentro de la comunidad local y fueron el pretexto perfecto para que las delegaciones de Corea del Norte y del Sur desfilaran juntas en la Ceremonia de Apertura del evento, también contó con la participación de un equipo coreano unificado de hockey sobre hielo y con el inicio de negociaciones entre los mandatarios de ambas Coreas para abrirse mutuamente. Todo un espectáculo.

Beijing 2022. Los futuros Juegos que aterran a Tokio

Dejando de lado el hecho de que Corea del Sur puso la barra demasiado alta para Tokio en materia de costos (Japón ya había excedido su presupuesto desde antes de la pandemia) e impacto internacional (con el momentáneo acercamiento entre Coreas), Japón enfrenta a su segundo adversario que cuenta con el tiempo a su favor: China. Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 a disputarse en su capital tienen mayores oportunidades de disputarse en una era post-COVID, eso sin mencionar que China no ha escatimado en gastos para tirar la casa por la ventana en su edición deportiva, tal como lo hizo en su edición de verano de Beijing 2008.

Si bien es cierto que Beijing 2022 tiene sus propios trapos sucios (como el llamado a boicotear los Juegos por los abusos del gobierno chino en contra de minorías étnicas), todavía no adquieren la fuerza y difusión necesaria para significar un problema para Xi Jinping o el Comité Organizador chino, o para eclipsar la enorme difusión de esta justa invernal.

Logos oficiales de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de Beijing 2022, así como el logo para el personal de voluntariado de ambos eventos. (Fuente: Architecture of the Games)

Por un lado, el Comité Organizador de Tokio 2020 tiene a unas olimpiadas pasadas que fueron bien recibidas en todo el mundo por su mesura y esfuerzo; y por el otro, unas futuras que amenazan con ser todo... menos discretas. Esto nos lleva a pensar que el único motivo por el cual Japón no ha renunciado a su edición olímpica es por pleno orgullo nacional, por no verse derrotado frente a sus adversarios económicos con unos Juegos que serán recordados como un fracaso. Es cierto que aún cuentan con su avanzada tecnología y que tal vez tengan un as bajo la manga que sorprenda al mundo el 23 de julio, pero no sería más que emocional y para deleite de los espectadores que lo vean desde sus hogares en todo el mundo.

Japón ha demostrado estar tan deseosa de presumir que ellos también pueden incluso considerando la idea de continuar con el proyecto sin la asistencia de turistas internacionales. De continuar incluso con el elevado sobrecosto que su mantenimiento ha exigido. De continuar a pesar de todo. Un esfuerzo titánico que tal vez en el futuro sea recompensado por la memoria colectiva, pero que ya no significará ganancias para el gobierno o para los patrocinadores del evento. Al final del día, las razones políticas son más fuertes y la idea de percibirse  sí mismos como débiles o sufrir una vergüenza frente a China o Corea es una idea llanamente inaceptable. Japón no ha dado - y posiblemente no dé - su brazo a torcer a menos que una causa de absoluta e incontenible fuerza termine de perturbar su pequeño margen de error. El show va a continuar sin importar qué, a estas alturas y con la dignidad en juego, sólo les quedará decir lo hemos logrado.

Aún con todo lo anterior, el autor tiene el presentimiento que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 van a sorprender a muchos, serán un espectáculo de apertura y de cierre que muestre el lado moderno y urbano del país del sol naciente al tiempo que lo equilibra con los aspectos antiguos de su cultura, serán una logística marcada por la implementación de robots y cámaras con tecnología de última generación. No cabe duda que los japoneses se las van a arreglar para dar todo de lo que sean capaces... pero más por orgullo que porque verdaderamente quede algo qué ganar. 


REFERENCIAS

    El Economista. (25 de marzo de 2020. Tokio 2020: la razón para no cambiar su nombre. Recuperado el 28 de mayo de 2021. https://www.eleconomista.com.mx/deportes/Tokio-2020-la-razon-para-no-cambiar-su-nombre-20200325-0001.html 

Harvard International Review. (21 de febrero de 2020). Political Statements and the Olympics: Tokyo 2020 and Beyond. Recuperado el 28 de mayo de 2021 https://hir.harvard.edu/politics-and-the-olympics/

The Diplomat. (2 de mayo de 2020). What Will Tokyo’s Postponed Olympics Mean for Japanese Politics? Recuperado el 28 de mayo de 2021 https://thediplomat.com/2020/05/what-will-tokyos-postponed-olympics-mean-for-japanese-politics/

The Japan Times. (25 de marzo de 2021). How money and politics dictate the Tokyo Games. Recuperado el 28 de mayo de 2021. https://www.japantimes.co.jp/news/2021/03/25/national/olympics-enormous-costs/

Comentarios

  1. Me encantan tus publicaciones Peter no dejes de escribir nos intruyes mucho. Felicidades!!!

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